El británico Lewis Hamilton acelera hacía el título mundial de F1 al ganar de manera categórica el Gran Premio de Alemania.
El piloto de McLaren sonrió y perdonó a su equipo tras recibir la bandera a cuadros en el circuito de Hockenheim, una victoria que tuvo su nombre desde el pasado viernes cuando comenzaron los entrenamientos oficiales, pero que por un momento pareció esfumarse por una mala decisión.
Hamilton había dominado la primera parte de la prueba, estableciendo un ritmo aplastante que le permitía girar medio segundo más rápido por vuelta que el Ferrari del brasileño Felipe Massa.
Pero no había drama. Estaba siendo muy fácil y la aparición del coche de seguridad tras el fuerte accidente del alemán Timo Glock (Toyota) le ofreció a Hamilton -mejor dicho a su equipo- la oportunidad de agregarle drama a la victoria.
Como un juego de niños, Hamilton le dio ventaja a sus rivales al no entrar a los pits cuando todos los demás lo hicieron. Volvió a la carga, pero no pudo evitar caer hasta el quinto puesto luego de repostar combustible en los pits, justo por detrás de su compañero de equipo.
Heikki Kovalainen -pese a que las órdenes de equipo están prohibidas- dejó pasar a Hamilton para dar luz verde a la cacería de Massa y del sorprendente líder, el también brasileño Nelson Piquet, quien ayudado por la estrategia de una sola parada, rodaba en la punta.
El británico acechó sin piedad y, cuando tuvo a sus presas en la mira, no dudo en dar la estocada para conseguir una victoria que lo coloca como el principal favorito al título.
Segundo finalizó Piquet, con el primer podio de su carrera, por delante de su compatriota Massa.
El campeón mundial Kimi Raikkonen no pasó de un decepcionante sexto puesto, que deja a Ferrari con un gran signo de interrogación para el resto de la temporada y en particular para el próximo Gran Premio, el 3 de agosto.
La escudería italiana está obligada a reaccionar en Hungría, uno de los circuitos en el calendario que tradicionalmente favorece a McLaren.