Las balas que golpearon el cuerpo de John Fitzgerald Kennedy en una plaza de Dallas no sólo cortaron la vida de un presidente; truncaron lo que para muchos era el inicio de una nueva era.
Lee Harvey Oswald, acusado del asesinato de Kennedy, no es más que una pieza del rompecabezas.
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Eran tiempos de Guerra Fría, de tensión entre Washington y Moscú, de tensión racial en el sur de Estados Unidos y de tensión creciente en un país poco conocido entonces, Vietnam.
Esas balas impidieron que la historia fuera diferente, según aseguran muchos "creyentes" en los ideales de Kennedy. Esas balas, sumadas a las de 1968, que terminaron con la vida de Robert F. Kennedy y los sueños de Martin Luther King.
En los tres casos se habló de un asesino único, de hombres atribulados, extremistas o simplemente locos.
Pero hay muchos que ven conspiraciones, y en el caso de la muerte del presidente Kennedy las mismas abundan.
Las especulaciones
El magnicidio fue un hecho lleno de "inconsistencias" que han originado una explosión de teorías.
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Muchas de ellas se basan en la imposibilidad de que Lee Harvey Oswald pudiera matar a JFK desde la distancia en la que se encontraba y con el tipo de arma que utilizó.
Respecto a la carabina Mannlicher-Carcano, modelo 1938, el mayor de ejército británico Frederick Myatt afirma lo siguiente en su libro "Small Arms", publicado por la editorial Salamander en 1978:
"El arma modelo es italiana, un remanente de la guerra, equipada con una mira telescópica japonesa, comprada por correo por unos pocos dólares. Es una elección poco común. El Carcano no tiene buena reputación en lo que respecta a su puntería, y pese a que el sistema de cerrojo es muy bueno, el ritmo de fuego debió ser afectado por la presencia de la mira. Es muy difícil disparar en forma rápida con este tipo de mira, particularmente con una carabina que tiene mucho retroceso, y se ha especulado si los tres disparos que sonaron esa tarde en realidad salieron de un arma de este tipo".
Los que creen en una conspiración, sospechan de las inconsistencias de la investigación posterior.
Por ejemplo la "bala mágica", que hirió a Kennedy varias veces y luego "cambió de dirección" en pleno vuelo para herir también al gobernador Connally, sentado delante del presidente.
Las inconsistencias se suman a la muerte de Oswald a manos de Jack Ruby pocos días después del magnicidio y las muertes de decenas de testigos en los dos años posteriores.
Por ello aseguran que hubo más de un asesino y que casi con seguridad Kennedy recibió disparos desde una loma de césped que, adelante y a la derecha del paso de la limusina presidencial, ofrecía un punto ideal para un francotirador.
El fiscal Jim Garrison, personaje central del filme JFK de Oliver Stone, sostuvo que el reflejo de Kennedy cuando recibe uno de los disparos obedece al de una persona que sufre una herida desde el frente y no desde atrás.
Los responsables
Una vez que alguien decide aceptar que JFK fue víctima de una conspiración debe pensar en los responsables.
Y aquí es cuando el asunto se complica. Las teorías abundan. Para unos fue la CIA junto a elementos del gobierno vinculados al complejo militar-industrial.
El "suicidio": quizá la más original de las teorías conspirativas.
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Estas figuras no estarían de acuerdo con la política doméstica y exterior de Kennedy, lo que explica por ejemplo la escalada de la intervención en Vietnam a partir de 1965.
Para otros tuvo mucho que ver la fallida invasión de Cuba en Bahía de Cochinos, donde JFK decidió en el último momento no brindar apoyo aéreo a los opositores a Fidel Castro. Por eso habría sido víctima de una conspiración efectuada entre el exilio cubano y elementos del gobierno.
Otros entienden que la idea de asesinar al presidente provino de La Habana o de una Moscú resentida por el resultado desfavorable en la Crisis de los Misiles de 1962.
Las ideas más extremas
Pero en Estados Unidos hay personas que han dedicado sus vidas a probar otras teorías. Son innumerables:
Los mendigos: la policía arrestó a tres mendigos en la cercanía de la plaza Dealey el día del atentado. Estos hombres serían agentes de los servicios secretos que participaron en el crimen. Fueron liberados y nunca más se supo de ellos.
El hombre del paraguas: una fotografía de la plaza poco antes de la llegada de Kennedy muestra a un par de hombres que esperan en la acera. Uno de ellos tiene un paraguas. Hay quienes sostienen que el mismo estaba equipado con un sistema para lanzar dardos paralizantes, y de esa forma simplificar la tarea de los francotiradores.
Los Oswald: según esta explicación, Oswald habría donado su identidad a los servicios secretos de Estados Unidos, por lo que habría varios "Oswald". Hasta el momento habría unos 60.
Fuego "amigo": Oswald sí disparó contra el presidente, pero la bala mortal provino del arma de uno de los agentes de seguridad que lo protegía. El agente, que viajaba de pie en la parte trasera del vehículo, habría tropezado en el momento del atentado y su arma se habría disparado en forma accidental.
El chofer: hay quienes aseguran que la película Zapruder, tomada por un transeúnte que esperaba la procesión presidencial, demuestra que el conductor de la limusina saca un arma en medio de la confusión y ultima a JFK.
El suicidio: quizá la más original de las teorías conspirativas. Asegura que el presidente, consciente de que sufría el mal de Addison y otras enfermedades, decidió organizar su muerte. Habría preferido morir y convertirse en leyenda que terminar su mandato antes de tiempo por incapacidad.