A diferencia de ballenas y delfines... ¿en el olvido?
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La Comisión Europea, brazo ejecutivo de la Unión Europea, propuso prohibir las importaciones de todos los productos derivados de las focas, desde pieles hasta aceites.
La cacería indiscriminada de focas es una actividad que se cobra anualmente la vida de alrededor de medio millón de estos mamíferos.
"Entre los europeos existe un sentimiento moral por estos animales, así que ha llegado el momento de ver por su bienestar", declaró a BBC Mundo, la eurodiputada Diana Wallis, quien redacta una propuesta de ley para proteger a las focas y que espera someterla a la aprobación del Parlamento Europeo.
La eurodiputada liberal británica afirma que la prohibición total a las importaciones es una alternativa para frenar el problema de la caza desproporcionada, pero también hay otras opciones, como un embargo selectivo basado en el respeto a la caza de subsistencia, o la introducción de estrictas normas de etiquetado.
"Es difícil encontrar el equilibrio entre los derechos humanos de las comunidades nativas y los derechos de estos animales; entre las normas de la Organización Mundial del Comercio y una prohibición a la caza comercial".
Sin escrúpulos
A nivel mundial, Canadá es líder en la cacería de focas con una cuota de entre 200.000 y 350.000 al año, seguido por Groenlandia con 165.000; Namibia, con 80.000 y Noruega, con 14.000, de acuerdo con información de Humane Society International, un organismo dedicado a la protección de los animales.
En entrevista con BBC Mundo, Rebecca Aldworth, directora de la filial de Humane Society International en Canadá, afirma que la caza de estos animales responde principalmente a la demanda de la industria de la moda para la fabricación de calzado, abrigos, bolsas y bufandas, aunque también se elaboran cremas y aceites lubricantes para los barcos.
Respecto a la carne, en Groenlandia es utilizada para alimentar a los perros que tiran de los trineos, mientras que en Canadá suele arrojarse al fondo del mar.
"Es un exterminio sin escrúpulos, en el que se utilizan los métodos más inhumanos que podamos imaginar", explica la activista.
"Muchas mueren a palazos; a otras se les dispara para inmovilizarlas y permanecen durante largo tiempo sangrando hasta, aún con vida, ser arrastradas al barco con un gancho que les atraviesa la boca o un ojo".
Respeto a la ley
En una reciente visita a la Eurocámara, Garry Stenson, jefe de la Sección de Mamíferos Marinos del Organización para las Pesquerías en el Atlántico Noroccidental, de Canadá, rechazó en nombre del gobierno canadiense todo tipo de acusación.
"La caza canadiense de foca es consistente con otras aplicaciones aceptadas en la fauna a nivel mundial. Es humana, bien regulada y sostenible", aseguró.
Por su parte, Leif Fontaine, ex presidente de la Asociación de Cazadores y Pescadores de Groenlandia, asegura que el embargo propuesto por la Unión Europea sería desastroso para las comunidades nativas, ya que el consumo de foca forma parte de su cultura y modo de subsistencia.
"Sería una violación a los derechos humanos. En nuestra nación, la caza como una forma de vida, se ha realizado por milenios. Especialmente la foca anillada y arpa son importantes para la vida diaria de muchas familias y la supervivencia en el Ártico", sostiene el cazador.
En el territorio ártico hay 7.300 cazadores registrados, de los cuales 2.700 son de tiempo completo, y de acuerdo con Fontaine la campaña europea contra el uso de pieles ya está teniendo un impacto negativo en el mercado groenlandés que equivale a unas 100.000 piezas al año.
En el olvido
El veterinario Andrew Butterworth, de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, reconoce que a diferencia de las ballenas o los delfines, las focas sufren el olvido de la comunidad internacional.
Canadá es líder mundial en la cacería de focas.
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"Uno de los motivos es que la población ballenera estuvo seriamente amenazada a nivel mundial, mientras que no hay evidencias de que las focas estén seriamente amenazadas", explica Butterworth.
"Otro factor es que el debate sobre las focas es menos visible y el de las ballenas tiene lugar en todo el mundo; y también porque como seres humanos tenemos apegos particulares a ciertos animales y hay una elevada conexión sentimental con ballenas y delfines", añade.
"Debemos tratar a todos los animales de manera humana, y en el caso de las focas está comprobado que no es así, su muerte es agonizante y no fulminante como lo marca el principio de muerte en las normas internacionales", manifiesta.
Para el investigador, una actividad que no puede ser bien regulada por las propias condiciones naturales de la zona Ártica, debería prohibirse.