La ciudad no satisface las expectativas de todos los japoneses.
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Una docena de turistas japoneses al año tiene que ser repatriada de la capital francesa después de caer presa de lo que se ha empezado a llamar, "síndrome de París".
De eso es lo que algunos turistas corteses sufren cuando descubren que los parisinos pueden ser groseros o que la ciudad no satisface sus expectativas.
La experiencia puede ser aparentemente demasiado estresante para algunos y en consecuencia son víctimas de una crisis nerviosa.
Alrededor de un millón de japoneses viajan a Francia todos los años.
Triste realidad
Muchos de los visitantes vienen con una visión profundamente romántica de París: las calles de adoquines como se ven en la película "Amelie", la belleza de las mujeres francesas o la alta cultura y el arte en el Louvre.
La realidad puede ser impactante.
Un encuentro con un taxista grosero, o con un camarero parisino que grita a clientes que no pueden hablar francés con fluidez, puede ser tomado con gracia por gente de culturas occidentales.
Pero para el japonés -acostumbrado a una sociedad más cortés y servicial donde las voces rara vez son levantadas- la experiencia de ver que su ciudad de ensueño se vuelve una pesadilla, puede ser simplemente, demasiado.
Un encuentro con un parisino puede provocar a un japones una crisis neviosa.
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Sólo este año, la embajada japonesa en París ha tenido que repatriar a cuatro personas con un médico o una enfermera en el avión para ayudarlos a sobrellevar el trauma.
Ellos sufrían del "síndrome de París".
Fue un psiquiatra japonés que trabaja en Francia, el profesor Hiroaki Ota, quien hace 20 años identificó el síndrome.
En promedio, hasta 12 turistas japoneses son víctimas cada año, principalmente mujeres en sus treintas con grandes expectativas de lo que puede ser su primer viaje al exterior.
La embajada japonesa tiene una línea directa de 24 horas para los que sufren de este choque cultural severo, y ayuda a encontrar tratamiento en un hospital a quien lo necesite.
Sin embargo, la única cura permanente es regresar a Japón y nunca volver a París.