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Jueves, 7 de septiembre de 2006 - 16:23 GMT
Buenos Aires, la más ruidosa
Max Seitz
Max Seitz
BBC Mundo, Buenos Aires

Alejandro Badanian y Silvia Cabeza
Alejandro Badanian y Silvia Cabeza se dedican a medir los niveles de ruido de la capital argentina.

Buenos Aires, malos ruidos... Esto es lo que podría decirse de la capital argentina considerando que, según la Organización Mundial de la Salud, es la ciudad más ruidosa de América Latina, una región donde la competencia por este título parece fuerte.

Desde el año pasado una nueva ley intenta reducir la llamada contaminación acústica, pero aparentemente es poco lo que se ha logrado hasta el momento.

Todos los días, miles de buses y camiones sin control técnico agraden con sus motores y frenos a millones de porteños que transitan por las calles.

A ello se suman los incesantes sonidos de martillos, mezcladoras y taladros de las numerosas obras en construcción en Buenos Aires, impulsadas por la reactivación económica.

El nivel de ruido tolerado por el oído humano es de 70 decibeles y más allá de esta medida cualquier sonido es perjudicial para el sistema auditivo.

Mediciones

Para comprobar cuánta contaminación acústica hay en la capital argentina, BBC Mundo salió junto a Silvia Cabeza y Alejandro Badanian, de la Asociación Civil Oír Mejor, a realizar mediciones en algunas de las esquinas más insufribles de la ciudad.

El impacto en el oído
Células ciliares en el oído humano.
El oído interno posee células pilosas denominadas ciliares (arriba), las cuales convierten los estímulos físicos en impulsos cerebrales. La exposición a sonidos fuertes hace que esta suerte de bosque en miniatura quede como si una tormenta lo hubiese devastado (abajo).

La primera escala fue avenida Huergo esquina Corrientes, una zona céntrica de Buenos Aires cercana al Río de la Plata donde hay numerosas oficinas.

"Éste es uno de los lugares más ruidosos porque pasan muchos camiones de gran porte que tienen permiso para circular por aquí", dice Cabeza.

Mientras tanto, Badanian coloca en un trípode un sonómetro, un aparato que, utilizando un micrófono, muestra en una pantalla el valor del nivel sonoro captado.

Tras realizar los ajustes nos dice que, al paso de los camiones, el equipo registra 85 decibeles.

"Un individuo no puede estar expuesto a este ruido sin protección. Con el correr de los años se pueden producir daños irreversibles en el sistema auditivo", advierte Badanian.

El oído interno posee células pilosas denominadas ciliares, las cuales convierten los estímulos físicos en impulsos cerebrales. Tras años de exposición a sonidos fuertes, esta suerte de bosque en miniatura queda como si una tormenta lo hubiese devastado.

A lo que Cabeza añade: "La agresión del ruido hace además que estemos excitados, estresados, que tengamos conductas agresivas y suframos dolores de cabeza y hasta problemas cardíacos".

En esta misma esquina hay una terminal de buses que entran y salen, arrancan y frenan.

Jorge, que desde hace 22 años trabaja en un puesto de libros allí mismo, cuenta que por momentos ha sentido "una especie de sordera". "En ocasiones el ruido es tanto que no puedo conversar con nadie. Acá no se puede estar, el ánimo queda por el suelo".

Tras esta experiencia, Cabeza y Badanian nos llevaron al barrio de Palermo, donde predominan edificios altos con viviendas.

Una decena de líneas de buses pasan, por ejemplo, por la calle Marcelo T. de Alvear, que por ser angosta confina el ruido. Aquí el sonómetro muestra hasta 95 decibeles durante algunos segundos.

"Es realmente insoportable, alarmante", se queja Badanian.

Jorge, vendedor de libros.
En ocasiones el ruido es tanto que no puedo conversar con nadie. Acá no se puede estar
Jorge, vendedor de libros

Héctor, empleado de una de las empresas de buses, reconoce que hay mucho ruido, pero niega que sea culpa de los "colectivos". Mientras dice esto, el motor de uno de esos vehículos nos obliga a alzar la voz.

Cabeza asegura que la solución para reducir la principal fuente de ruido en Buenos Aires, el tráfico, es sencilla.

"Sería necesario hacer un mejor control del transporte y eliminar los ruidos que producen los frenos, el motor, la carrocería y el caño de escape. Hasta ahora no se ha hecho, pero habría que implementarlo lo antes posible".

Y sí. Después de estar varias horas caminando por las calles de Buenos Aires, les aseguro que a uno le da ganas de encerrarse en un "cono de silencio" y disfrutar por un tiempo de un ámbito reparador.



ESCUCHE/VEA
Buenos Aires: la ciudad más ruidosa de América Latina
BBC MUNDO 07.09.06



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