La sequía causada por el calentamiento global es una de las mayores preocupaciones.
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Destinar más fondos públicos al desarrollo de fuentes de energía alternativas al combustible fósil. Se trata de la propuesta más reciente que se ha diseñado para combatir los embates del calentamiento global en el planeta.
El proyecto -impulsado por el presidente de la Sociedad Real del Reino Unido, Martin Rees- se centra en un fondo de investigación financiado públicamente.
Pero existe un pequeño detalle. El dinero que los gobiernos del mundo destinan a la investigación energética se ha reducido a la mitad desde la década de los '80.
Así que, en esta oportunidad, ¿cuál es la garantía de que los inversionistas estén dispuestos a participar en el negocio?
"El gobierno tiene que visualizar las consecuencias que puede ocasionar el cambio climático en 50 años. El precio de no desarrollar nuevas tecnologías energéticas para combatir el calentamiento global será mayor que cualquier otro que haya que pagar", afirmó Rees.
¿Es posible?
En este punto, sin embargo, cabría una nueva interrogante. Además del dinero que requiere la investigación tecnológica, se encuentran los cambios que ocasionaría en el modelo económico existente.
La introducción de energía limpia en una empresa implica una inversión que podría derivar en un recorte de gastos en otras áreas, como por ejemplo en la nómina. Mientras que una de las alternativas, la aplicación de impuestos a las empresas contaminantes, podría convertirse en un tema polémico.
La clave está en el desarrollo de fuentes alternativas de energía.
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¿Estarían dispuestos los gobiernos a asumir este costo? BBC Mundo conversó al respecto con el director de campañas de la ONG Amigos de la Tierra, Mike Shilds.
"Más allá de los beneficios ambientales, destinar fondos al desarrollo de nuevas energías le conviene a los gobiernos porque de esta manera les permitiría romper su dependencia con el petróleo y con la constante incertidumbre de sus precios".
Shilds añade que tanto compañías como gobiernos requieren de "seguridad energética" para independizarse del Medio Oriente y de Rusia en el suministro de combustible.
"Así que, a largo plazo, es mucho más conveniente para las empresas. Se ha demostrado que el aumento en el precio del crudo no afecta tanto a las corporaciones que utilizan energía limpia".
Más acción, menos palabras
Rees, por su parte, indica que se trata de una oportunidad y de una inversión para los países desarrollados. "Es una política que asegura sus economías".
Además de beneficiar al ambiente, invertir en investigación favorece la economía de los gobiernos.
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"Es una propuesta factible porque la cantidad de dinero que se requiere es pequeña en comparación con el resto de los gastos contemplados en los presupuestos nacionales".
El presidente de la Sociedad Real afirma que, con respecto a la inversión en el tema, existe una falta de determinación preocupante entre los líderes del mundo. "No es rentable para las empresas privadas, por eso las naciones desarrolladas son responsables de impulsar esta iniciativa".
De cualquier forma, el representante de Amigos de la Tierra comenta que la intención de estas propuestas es generar corrientes del opinión en el mundo y tratar de presionar a quienes deciden. "La idea es pasar de las palabras a las acciones".