La encaphilitis lethargica ataca al cerebro e impide el movimiento de todo el cuerpo.
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En la segunda década del siglo pasado, una extraña epidemia sacudió al mundo.
El mal, que atacaba al cerebro y dejaba a la gente como estatuas, sin poder hablar o moverse, mató a cerca de un millón de personas.
La enfermedad se llamó encefalitis letárgica, pero su origen no pudo ser determinado y se convirtió en uno de los grandes misterios de la medicina moderna.
Una investigación de médicos británicos permitió, unos 80 años más tarde, descubrir el secreto de la plaga asesina: se trata de una bacteria estreptococus mutada.
Este tipo de bacteria produce simples dolores de garganta, pero al ser alterada es capaz de desencadenar la temida enfermedad.
La pista
El gran misterio fue develado a partir de una veintena de casos recientes que presentaban síntomas similares a los de la plaga de los años 20.
Russel Date, médico del Hospital de Great Ormond Street de Londres, estudió la evolución de esos pacientes y descubrió, junto a su colega Andrew Church, que todos los enfermos presentaban rastros de un tipo de bacteria estreptococus.
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Primero lo encontramos en uno, luego en dos, después fueron diez...y, finalmente, todos los pacientes arrojaron el mismo resultado. Ahí nos dimos cuenta que habíamos encontrado algo
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"Primero lo encontramos en uno, luego en dos, después fueron diez...y, finalmente, todos los pacientes arrojaron el mismo resultado. Ahí nos dimos cuenta que habíamos encontrado algo", dijo Church.
El desenlace
La pista para buscar ese tipo de bacteria fue que los enfermos referían a un dolor en la garganta.
Y fue ese mismo dato el que llevó, en gran parte, a relacionar la causa de los nuevos casos con la epidemia de 1920.
Dale buscó los registros de la época, donde se indicaba que las víctimas aludían a dolores de garganta.
También se hacía referencia a una bacteria tipo diplococus, que es una forma de estreptococus.
Las coincidencias de la vieja epidemia y los nuevos casos que Date y Church estudiaron, les permitieron inferir que se trata de la misma enfermedad, la encefalitis letárgica, que esperó 80 años para dejar de ser un misterio.