Bueno, ya está hecho, Maradona, el gran Maradona, ya no está entre nosotros.
El inigualable Diego Maradona no deja de generar controversia.
|
El futbolista genial acaba de completar su metamorfosis en un mediocre animador de televisión.
El Maradona de hace unos meses, desfigurado, enfermo, incoherente, paranoico, entre la vida y la muerte, nos caía mucho mejor que este Maradona de ahora, que rebosa salud e incontinencia verbal ante las cámaras.
Una de las características más típicas de Maradona, de esas que sus admiradores adoraban y sus enemigos detestaban, era su capacidad para combinar, al mismo tiempo, el genio y la picardía.
Todos están de acuerdo sobre lo primero, pero no se ponen de acuerdo sobre lo segundo.
Formas de picardía
"Picardía", según el diccionario de la Real Academia Española, abarca desde "ruindad, vileza", hasta "chasco, burla inocente", con varias acepciones entre ambos extremos.
Maradona ganó aquel partido frente a los ingleses con un gol de incomparable belleza y otro con la mano, ilegal, de "intención deshonesta", como diría el diccionario.
La explicación de "la mano de Dios" para enmascarar esa deshonestidad también tenía algo de genial, porque reconocía la verdad sin admitir la responsabilidad.
Hasta quedaba, en el aire, la posibilidad de que aquel manotazo hubiera sido instintivo, y que la picardía se limitara a la decisión de ocultar la verdad.
Durante su prolongado tránsito por la angustia y la desesperación, hasta en sus momentos más sombríos, Maradona mantuvo esta explicación poética, inspirada.
La verdad brutal
Diego Maradona y su inmortal "Mano de Dios"
|
Y ahora viene a arruinar todo con una versión descarnada, intencionalmente brutal, de una verdad que todos conocíamos.
La versión de la Mano de Dios tenía su pudor, su poesía, una picardía mansa, casi de travesura, mientras que la nueva versión suena jactanciosa, ofensiva, ruin.
Pobre Diego. Ha cambiado una frase de antología por un par de puntos de rating. Y encima queda como un tramposito del montón, en vez de un campeón inigualable.
Lo extraordinario es que muchos aplauden esta repentina sinceridad y la consiguiente degradación del mito. Después de todo, como dijo Maradona, "quien le roba a un ladrón tiene cien años de perdón".
Es una cuestión de categorías.
El Gol de la Mano de Dios no fue un robo, fue un lance del juego, aunque haya sido intencional.
Se convierte en un robo cuando te jactas de que fuera un robo.
El caso de Ruth
Diego Maradona es ahora presentador de televisión.
|
Hace unos días, la joven argentina Ruth Schuman, de 17 años, encontró un sobre con 50.000 pesos y lo devolvió a su dueño.
La chica provocó el asombro del periodismo al explicar que el dinero no era suyo.
El político y periodista Rodolfo Terragno, en un artículo en la revista Debate, señaló que el periodismo trató el hecho como si este acto de honestidad fuera anómalo, extravagante.
Algunos lo atribuyeron a la juventud de Ruth (sugiriendo que con la madurez llega la deshonestidad), otros al hecho de que su familia fuera evangelista (con lo cual se quiere decir que un católico como Dios manda se hubiera guardado el dinero).
Dos países diferentes
Una de las preguntas más escuchadas por Ruth fue la inevitable "¿no te has arrepentido?"
No, claro, Ruth no se ha arrepentido de devolver el dinero.
Maradona tampoco se ha arrepentido de meter el gol con la mano.
A fin de cuentas eran ingleses, dijo.
Lo que ocurre es que Ruth y Diego no viven en la misma Argentina.
Ruth vive en una Argentina que quiere creer, un país que mira hacia adelante, mientras que Diego vive en un país que aprendió a trampear porque era trampeado.
El caso de Lionel Messi
Maradona dejó los estadios para incursionar en la farándula.
|
Lo lamentable de esto es que Ruth y gente como ella sufrirán las consecuencias de vivir en un mundo paralelo al de Maradona.
Ya lo está sufriendo Lionel Messi, de 18 años, a quien muchos creen el próximo crack del fútbol argentino.
Su injusta expulsión en el amistoso entre Argentina y Hungría se debió a un error arbitral originado en un prejuicio bastante extendido sobre los jugadores argentinos.
Ángel Sánchez, un árbitro internacional argentino, escribió en La Nación que "los árbitros europeos piensan que el jugador argentino es maleducado" y que este prejuicio llevó al alemán Markus Merk a expulsar a Messi en forma fulminante.
El tramposo fue el húngaro que fingió un golpe, pero el árbitro culpó al argentino, a pesar de que Lionel Messi, como Ruth Schuman, todavía cree en una Argentina sin trampa.
El autor de este artículo es argentino y cree que Diego Maradona fue el mejor futbolista del mundo.