Todos los miércoles a las ocho y media de la noche empieza la clase. Edgardo es el instructor. Antes de poner a los alumnos a bailar hace una sesión de relajación, en la que va incorporando, poco a poco, los movimientos casi felinos del tango.
Augusto es socio de Edgardo. Trabajando precisamente como profesor de tango surgió la idea de crear una milonga gay en Buenos Aires.
"Los alumnos venían a las clases, pero después no había un lugar donde ellos pudieran poner en práctica lo que habían aprendido. Este espacio nace por insistencia de ellos", le dijo Augusto a BBC Mundo.
Según la definición tradicional, milonga es el lugar donde se va a bailar tango. Pero de todas las que hay en Buenos Aires, "La Marshall" es la primera que acepta y promueve el baile entre personas del mismo sexo.
El nombre de la milonga fue adoptado en honor a Niní Marshall, una comediante argentina de los años 30 que por su empuje, su gracia y su talento se ha convertido en un ícono gay de Buenos Aires.
Gay para todos
Roxana, socia de Augusto y Edgardo, explica que a pesar de la definición de milonga gay, "La Marshall" es un lugar abierto a todo el mundo.
Al decir "milonga gay", explica, le están diciendo a la gente que en el lugar "van a ver hombres bailando con hombres, mujeres con mujeres", y también están dando una advertencia: "abstenerse el que no sea amplio de criterio".
La clase sigue y ya los ejercicios de relajación y coordinación se hacen al ritmo de un tango. Muchos ya están ansiosos por bailar.
Como Paul, que vino desde Nueva York a Buenos Aires para mejorar sus habilidades tangueras, pero también para descubrir que todavía hay muchos prejuicios.
"El taxista que me trajo esta noche me preguntó '¿qué es esto?' y yo le expliqué que era un bar gay, y que arriba había una milonga. Me parece que no le gusto nada", dice sonriente.
Cosa de hombres
Mientras tanto, los de la clase ya están en parejas. Los más adelantados hacen figuras con los pies. Los primerizos se conforman con moverse al mismo tiempo.
"La Marshall" es la única milonga gay de la capital argentina.
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Dicen que cuando el tango empezó a sonar en los bares del puerto, a principios del siglo pasado, eran los hombres los que lo bailaban. Pero Augusto aclara que en "La Marshall" no buscan rescatar esa tradición.
"No nos estamos escudando detrás de una cosa autóctona tanguera", explica. Dice que la milonga gay nació por la necesidad "actual, del año 2004" de un grupo de personas que quería un lugar para bailar.
Julio es uno de los clientes más habituales de la milonga gay. Y asegura que, según la evidencia histórica, la homosexualidad estuvo muy presente en los orígenes del tango.
"El tango nació gay. Las prostitutas bailaban entre ellas para aprender los pasos y matar el tiempo en el burdel. Y los hombres practicaban entre ellos para poder acceder a la prostituta de turno", afirma.
Tango y deseo
En la pista de baile, terminó la clase y empezó la milonga. En una esquina, Antonio baila con Gloria, por otros lugares del salón Miguel baila con Roberto, Luis con Marcelo y Mariana dirige a Nancy con más entusiasmo que técnica.
En el tango tradicional, el hombre dirige y la mujer acompaña. Le pregunto a Julio cómo se resuelve eso al bailar con una persona del mismo sexo.
Asegura que cada quien tiene sus preferencias, pero "los dos roles son difíciles". Agrega que los que saben dicen que "el que conduce es dueño del espacio y el conducido es dueño del tiempo".
Ya cerca de la medianoche, los que habían ido a mirar se animan a salir a la pista. Algunos bailan por el simple placer de bailar, otros (y otras), en cambio, se dejan invitar por el deseo a ritmo de dos por cuatro.