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Lunes, 23 de abril de 2001 - 23:02 GMT
Niemeyer habla de Brasilia, 41 años después
![]() Oscar Niemeyer, a los 93 años, tiene varios proyectos entre manos.
El 21 de abril Brasilia cumplió 41 años. Incluso en la actualidad, divergen las opiniones sobre la concepción arquitectónica de la capital federal de Brasil. Pero, para su creador, el arquitecto Oscar Niemeyer, lo importante es que la construcción de Brasilia demostró que el pueblo brasileño era capaz de hacer sus sueños realidad.
En una entrevista concedida a la periodista de la BBC, Isabel Murray, Niemeyer recuerda su entusiasmo al crear Brasilia y habla de los nuevos proyectos que tiene, a sus 93 años de edad. ¿Cómo tuvo lugar la creación de Brasilia?
Ésa fue la primera obra que él llevó a cabo como funcionario público y también mi primer trabajo de arquitecto. En Pampulha comencé a realizar la arquitectura que más me gusta, que es más libre, está más relacionada con la curva, es más emocional y trata de lograr la invención arquitectónica. Y como Pampulha tuvo tanto éxito, más tarde, cuando se decidió la construcción de Brasilia, Juscelino fue a verme a mi casa de Canoas. Me dijo que se construiría la nueva capital, que sería una ciudad fantástica, que tenía que hacerlo todo en tres años y así comenzó la cosa...
Sabíamos que el presidente necesitaba un lugar donde vivir desde el inicio de las obras, para entrar en contacto con el terreno. Recuerdo que pedimos un préstamo en un banco, sacamos dinero e hicimos el Catetinho, una edificación de madera, que funcionó durante mucho tiempo. Al principio, Juscelino iba a pasar allí todos los fines de semana, para estar cerca de la construcción. La primera vez que fue a Brasilia, lo acompañé, con sus ministros, en el avión. Quedé espantado, me pareció que estaba demasiado lejos, que era el fin del mundo. Y cuando realmente comenzaron las obras y tuve que irme a Brasilia, la soledad era terrible. La gente no contaba con ningún tipo de comodidades para vivir y nos quedábamos en barracones de cinc. Pero había entusiasmo, voluntad de hacerlo. Y Juscelino tenía mucho empeño y estaba presente.
Los sueños de Juscelino de que Brasilia llevase el progreso al interior del país se hicieron realidad. Hace poco estuve en Goiânia y lo vi. Esa ciudad, durante la construcción de Brasilia, era un arrabal, un pueblito cualquiera. Hoy es una gran ciudad, con progreso, grandes edificios, parques, cines, todo. Y es que la idea de llevar el progreso al interior realmente cristalizó. Además, Brasilia fue un momento de entusiasmo, de optimismo, que nos hizo mucho bien. También estaba la idea de que, por primera vez, se había construido una ciudad en tres años. Hablo con entusiasmo, pero no por mi trabajo, que lo hice, como siempre, en el tablero de dibujo. No obstante, construir una ciudad, sus plazas, sus calles, fue algo fantástico. Le dio una idea al pueblo brasileño de que podía lograr lo que se propusiera. ¿Y cuánto ganó Ud. por crear a Brasilia? En Brasilia, ganaba un salario de funcionario. Recuerdo que cuando fui a hablar con Israel Pinheiro sobre esta cuestión del salario, dijo que se me pagaría como funcionario público. Entonces cerré mi gabinete y Brasilia sólo me causó pérdidas. Una noche, durante las obras, Juscelino se comunicó conmigo y me dijo "Niemeyer, Ud. está ganado muy poco. Quiero que haga los proyectos del Banco de Brasil y el Banco de Desarrollo Económico según la tarifa del Instituto de Arquitectos". Le dije "No, no lo haré. Soy funcionario y sólo haré lo que tenga que hacer en calidad de funcionario". Ése fue el clima en que se levantó Brasilia, con mucho entusiasmo y gran desinterés financiero.
Si Brasilia se construyera hoy, ¿qué haría diferente? Ah, no sé. Si tuviera más tiempo, sería diferente. Brasilia se hizo con prisa. Tal vez yo propondría hacer sólo los edificios gubernamentales y los hoteles. Porque cuando entramos en la fase de construcción de la ciudad, con sus calles y todo, la arquitectura se descuidó un poco. Pero quedó el ejemplo.
Mucha gente critica a Brasilia, planteando que es una ciudad inhumana, que hay muchos jóvenes drogadictos pues existen muy pocas opciones de ocio... Eso es sólo cháchara. No soy responsable por lo que se hace en Brasilia, sino por su arquitectura. No lo reconozco. Hago mi arquitectura. No creo que exista una arquitectura ideal, que se ajuste a todo. Sería repetición, monotonía. Hago la arquitectura que me gusta. Tengo no sé cuántos libros que hablan de mi obra y nunca los he leído. No quiero influencias, quiero hacer lo que me gusta, modestamente. Ese negocio de la crítica...por lo general, quien se dedica a la crítica es porque no puede hacer las cosas por sí mismo. ¿Qué importancia tuvo el arquitecto suizo Le Corbusier en su obra? Pienso que fue un arquitecto muy importante. Pero mi arquitectura es diferente, muy diferente a la suya. La suya era más pesada y predominaba el ángulo recto...Creo que la única influencia que tuve de él fue el día en que me dijo: "La arquitectura es invención". Y eso lo tomé como norma de trabajo. La preocupación por hacer algo diferente.
[...] Ese proyecto de la catedral de Niterói es reciente. ¿Tiene otros en marcha? Varios. Entro aquí a las nueve de la mañana y salgo a las nueve de la noche. ¿Piensa en la jubilación? No. Lo que gano, lo gasto. ¿En qué? Con la familia, los amigos, las personas a quienes puedo ayudar. Si encuentro a alguien en la calle y me pide una limosna, si tengo dinero en el bolsillo se lo doy. No quiero saber si es para beber o no. Es un momento de placer que va a tener. ¿En qué proyectos trabaja en la actualidad?
Tengo otro proyecto en Barra, otro en la Avenida Niemeyer, que es un centro para la divulgación de la arquitectura, para que los de afuera lo vean, tengo muchos proyectos...Uno en San Pablo, otro en Brasilia, donde la tarea en estos momentos es completar el eje monumental... El trabajo me distrae. A mi edad, uno tiene que estar ocupado, para no ponerse a pensar en las musarañas. ¿Y en el extranjero? También en Portugal, en Francia. Tengo un proyecto en Italia. Ellos vienen hoy por ese motivo. Es para Rivello, un auditorio. Trabajo como cualquier persona. Mi vida carece de misterios. Soy una criatura salvaje: juego, trabajo y pienso en la vida, me gusta pensar, situarme, sentir cómo soy, reflexionar y sentarme a escuchar música, pensar que la vida no es fácil, que uno tiene que adaptarse, manifestarse, decir lo que tiene que decir. Soy un hombre como cualquier otro. ¿Cómo quiere que se le recuerde, como el arquitecto de Brasilia? Como un ser humano que pasó por la Tierra como los demás: que nació, vivió, amó, se divirtió, murió (pronto) y ¡se acabó! ¿Cuál cree que es el desafío de la arquitectura del futuro? Es algo muy difícil. En primer lugar, el programa: si es una sociedad mejor, predominarán los intereses del pueblo. Si fuera peor, si fuera como la sociedad clasista actual, que sólo piensa en el dinero, todo va a seguir igual. En una escala diferente, porque la arquitectura ha evolucionado en función del progreso técnico y material.
¿Cree que la solución sería invertir en viviendas populares? Yo soy radical. Creo que cuando la cosa se degrada, lo único que se puede hacer es una revolución. |
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