El Ministerio de Asuntos Exteriores de España convocó a la embajadora de Cuba en Madrid, Isabel Allende Karem, para protestar por la expulsión "inaceptable" de La Habana del diputado opositor español Jorge Moragas.
Moragas, quien además funge como secretario de Relaciones Internacionales del Partido Popular de España, llegó a la isla el viernes junto a dos parlamentarios holandeses y dos miembros de organizaciones no gubernamentales.
Moragas había dicho que su objetivo era "exigir la protección de los derechos humanos en la isla".
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Todos fueron reembarcados desde el mismo aeropuerto con destino a Europa.
El dirigente popular viajaba a Cuba con el fin expreso de solidarizarse con la disidencia interna, después de que el nuevo gobierno español fijara un cambio de postura priorizando un mayor diálogo con La Habana.
En su comunicado oficial anunciando la expulsión, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba explicó que el Partido Popular de España había dejado claro que el viaje de Moragas pretendía "ofrecer respaldo y solidaridad a los mercenarios que operan en nuestro territorio".
"Mercenarios"
La cancillería cubana agregó que las actividades que públicamente declararon que venían a realizar "constituyen una flagrante violación de nuestra soberanía y están previstas y sancionadas en nuestras leyes".
De acuerdo con las autoridades cubanas, ésta es la segunda vez que Moragas visita a Cuba para "sostener contacto y ofrecer apoyo financiero a los mercenarios", según dice el comunicado, refiriéndose a los disidentes.
El actual conflicto parece, sin embargo, más europeo que cubano: el pasado día 12, la embajada de España en La Habana anunció un cambio de la política del viejo continente con respecto a Cuba.
Las sanciones impuestas por la Unión Europea a la isla en 2003, que implicaron llevar los contactos con La Habana a cero, hoy son calificadas por España como una política de "dudosa efectividad práctica".
Hielo diplomático
Entre las medidas adoptadas por la UE como respuesta a las condenas a prisión de 75 opositores cubanos, estuvieron el cese del diálogo político, el condicionamiento de la ayuda al desarrollo y la invitación de los disidentes a las fiestas diplomáticas.
Elizardo Sánchez y otros disidentes asistieron a una recepción en la Embajada de España el 12 de octubre.
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Cuba respondió de inmediato, renunció a toda ayuda económica, sus funcionarios dejaron de asistir a las recepciones europeas y el canciller se negó a recibir a los embajadores europeos que se lo solicitaban.
Este hielo diplomático es el que Madrid quiere romper, restableciendo el diálogo político y todos los demás intercambios normales, como una forma mejor y más efectiva de influir en Cuba.
La reacción del Partido Popular fue, desde un inicio, contraria al cambio de política.
De hecho, este partido fue, durante la presidencia de José Maria Aznar, uno de los principales promotores de la confrontación con La Habana.