La encuesta reveló que las perspectivas del futuro de los iraquíes son bastante pesimistas.
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El primer ministro de Irak, Nouri Maliki, insistió en que la violencia sectaria "está llegando a su fin" en su país, en reacción a una nueva encuesta que refleja un panorama pesimista sobre la confianza de los iraquíes en su propio gobierno y en las fuerzas de la coalición.
Según Maliki, la violencia "estuvo a punto de desatar una guerra sectaria, pero ese peligro fue conjurado por dos factores: uno de ellos es la reconciliación nacional en la cual todavía insistimos".
"El segundo factor -según declaró Maliki a un canal de televisión británico- es la habilidad de las fuerzas de seguridad en detener a los responsables de provocar al violencia sectaria".
Las palabras de Maliki -a cuatro años de la invasión liderada por EE.UU.- contrastan con los resultados de una encuesta encargada por la BBC y otros tres medios de comunicación y llevada a cabo por la empresa estadounidense D3 Systems.
La consulta incluyó a más de 2.000 ciudadanos iraquíes en las 18 provincias del país.
Sólo el 26% de la población iraquí dice sentirse "muy segura" en su propio barrio. Hace tres años, el porcentaje de iraquíes que se sentía de esa manera era de 40%.
Las perspectivas de futuro tampoco muestran demasiado optimismo: sólo el 35% cree que sus vidas mejorarán en los próximos años, comparado con un 64% hace tres años.
El rechazo a la presencia de tropas extranjeras en el país también ha aumentado.
El 51% de los iraquíes encuestados justificó que se realicen ataques políticamente motivados contra las tropas de la coalición. Hace tres años, esa cifra era de sólo 17%.
Una significativa mayoría -56%- no cree que el país esté sumido en una guerra civil, aunque este número es bastante menor entre los sunitas que entre los chiitas.
Este lunes, la policía iraquí informó que al menos 15 personas murieron en varios atentados con explosivos en la ciudad de Kirkuk, en el norte del país.
Diferencias religiosas
La consulta pone de manifiesto un Irak cada vez más polarizado, con visiones marcadamente divergentes entre sunitas y chiitas, donde los sunitas aparentan ser más pesimistas.
El pesimismo es más marcado en el centro de Irak, incluyendo Bagdad, donde está el mayor número de sunitas.
Las diferencias religiosas se demuestran particularmente en actitudes hacia la ejecución de Saddam Hussein.
Los sunitas cuestionaron la muerte del ex presidente de Irak, la cual consideran inapropiada e improbable de ayudar a la causa de reconciliación.
Los chiitas, en cambio, asumieron predominantemente la visión opuesta.
Sin embargo, el 94% de los encuestados no quiere que las diferencias étnicas terminen diviendo el país.
Casi el mismo porcentaje se quejó de la falta de electricidad y combustible, mientras que el 80% de los encuestados se mostró insatisfecho por la falta de trabajo.