La vida ha empezado a normalizarse en Líbano, donde la interrupción de la cotidianeidad y la violencia se hicieron presentes el martes durante una huelga general convocada por la oposición, dirigida por el grupo político-militar islámico, Hezbolá.
Según la policía, tres personas murieron y al menos 50 han resultado heridas el martes en enfrentamientos entre miembros de la oposición y simpatizantes del gobierno.
Podrían haber más protestas en los próximos días.
|
Este miércoles, las barricadas que bloqueaban las carreteras principales, los alrededores de la capital, Beirut, y muchas otras partes del país, ya han sido desmanteladas.
Pero la oposición ha advertido que es posible que medidas más duras estén por venir si el gobierno no cede a sus demandas, entre ellas, mayor acceso al poder y elecciones generales anticipadas.
Las excavadoras estaban afuera a media noche en muchas áreas de Beirut, removiendo los escombros dejados por las barricadas de neumáticos quemados, que paralizaron la mayor parte del país por un día entero.
De modo que los caminos se habilitaron nuevamente; después de la salida del sol, el tráfico empezó a circular normalmente.
La ruta principal al aeropuerto internacional fue despejada; todos los vuelos habían sido cancelados puesto que los pasajeros no pudieron llegar a la terminal o desplazarse desde allí.
Déjà vu
Pero los caminos incendiados y las huellas de vidrio roto en las calles fueron un recordatorio de un día traumático, que la gente no olvidará con facilidad.
Los choques violentos que estallaron en muchas áreas del país entre partidarios y adversarios del gobierno revivieron muchas de las enemistades heredadas de más de dos décadas de la guerra civil en los años setenta y ochenta, plagada de serias divisiones sectarias.
Existía un temor real de que si la huelga se extendía por un segundo día el derramamiento de sangre sería mucho mayor.
Hezbolá y sus aliados en la oposición han advertido que si el gobierno continúa siendo, en sus palabras, terco, se tomarían medidas con consecuencias aún más graves.
No hay señales que detrás de bambalinas se llegue a un acuerdo para solucionar estas demandas, de modo que los libaneses están bien conscientes de que peores momentos podrían estar por venir.
Envíe esta nota por e-mail
Imprima esta nota
