Una vez más Londres en medio de la convulsión.
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Aunque las autoridades nos seguían advirtiendo de que la posibilidad de más atentados era real, los londinenses pensábamos que ya habíamos tenido nuestra ración de tragedia.
Cuando hace dos semanas varias bombas estallaron en diversos puntos de Londres matando a más de 50 personas, una serie de cosas pasaron en esta redacción de noticias: una, nuestros teléfonos se colapsaron.
Las llamadas de muchas emisoras de radio de América Latina tratando de obtener un comentario de unos de nuestros reporteros, unidas a las de nuestras familias repartidas por diversos continentes tratando de localizarnos, contribuyeron al caos que ya de por sí es una sala de noticias en una situación como esta.
Dos, todos entendimos que se trataba de la crónica de un desastre anunciado y que había que mantener la calma e informar con tranquilidad y precisión, como si la situación no nos afectara personalmente.
Tres, al final de aquel jueves 7 de julio, pese a las advertencias de las autoridades de que podrían producirse más ataques, todos pensamos que lo peor ya había pasado y Londres ya había pagado su "culpa", cualquiera que ella sea en la mente distorsionada de quien comete estos actos.
Bis
Dos semanas después, estamos viviendo una repetición -con matices- de todo aquello y ahora con cierta sensación de incredulidad y, por qué no decirlo, de ansiedad.
Es la certeza de que no estamos seguros, de que nuestros viajes diarios al lugar de trabajo pueden ser potencialmente fatales.
Somos periodistas y por lo tanto, debemos ser objetivos, distanciarnos de los hechos e informar sin dramas, pero para quienes nos escriben o telefonean interesándose por nuestra situación, les debo decir que no es fácil.
Ni para nosotros hoy en Londres, ni para la población de Irak, Israel, los territorios palestinos ocupados, Colombia, Pakistán, que vive en medio de esta situación todos los días del año.
Los análisis vendrán luego, con la serenidad. Ahora, sólo nos aferramos a una idea: Tiene que haber una solución. Entre todos deberíamos tener el valor de encontrarla.
