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Martes, 14 de octubre de 2008 - 21:01 GMT
Cuando la banca venezolana colapsó
Carlos Chirinos
Carlos Chirinos
BBC Mundo, Caracas

Banco en Venezuela
Años antes, la banca ofrecía hasta 80% de interés en varios instrumentos financieros.

En 1994, Venezuela vivió una crisis bancaria proporcionalmente más grave que la que sufre EE.UU. Afectó a un tercio de la población, a casi la mitad de las instituciones financieras y le costó al Estado el 10% del Producto Bruto Interno (PIB).

En 1994 Alves Fernández era un empresario de la construcción de la ciudad de Maracaibo, en el occidente del país, hasta que la crisis bancaria le quitó lo que hasta entonces había sido su proyecto de vida.

Para el momento del colapso financiero, Fernández estaba cercano de los 50 años y tenía varios préstamos para obras en desarrollo. Pero su dinero, y hasta las cuentas por cobrar, quedaron congelados en dos de los bancos quebrados.

"La vida cambió para siempre. El descalabro fue desastroso", dice recordando cómo no podía cobrar por su trabajo mientras le exigían el pago de las deudas que tenía con esos mismos bancos que, paradójicamente, mantenían bloqueado su dinero.

"Fueron casi 30 años de trabajo que se perdieron", recordó un molesto pero ya resignado Fernández a BBC Mundo.

El Latino, el primero

La historia de Fernández, y la de millones de venezolanos que se vieron afectados, empezó en enero de 1994 cuando el segundo banco en importancia del país -el Banco Latino- salió del sistema bancario por lo que pareció en principio un problema circunstancial de liquidez.

Como en un efecto dominó, otros bancos, grandes y pequeños, empezaron a sufrir las consecuencias de lo que ya se perfilaba como una crisis de "insolvencia estructural" que se extendía por el sector financiero venezolano.

En términos relativos, la crisis venezolana fue más grave y más costosa que lo que hasta ahora está siendo la crisis estadounidense
Luis Fernando Egaña, ex ministro de Comunicación
Las señales de que algo pasaba en los bancos empezaron a percibirse años antes, desde el momento en que la banca venezolana empezó a ofrecer al público intereses elevadísimos, de hasta 80% en diferentes instrumentos financieros.

"En el Banco Central (de Venezuela, BCV) hicimos estudios en el 92 y en el 93 que mostraron un panorama de riesgo sistémico creciente", reconoció a BBC Mundo Ruth de Krivoy, quien para la época del estallido de la crisis presidía el BCV.

Krivoy resalta que el BCV no tenía funciones de vigilancia del sistema, pero que sin embargo informó de sus preocupaciones a "las autoridades de supervisión y del gobierno a su más alto nivel, pero lamentablemente no hubo reacción a esos planteamientos".

La peor crisis

Mientras el problema crecía silenciosamente muchos venezolanos llegaron a vender su vivienda principal, dividían el dinero en varias instituciones financieras y planificaban un cómodo futuro "viviendo de las rentas" que les generaban réditos tan generosos.

Pero para fines de año 1994, 75 instituciones financieras habían cerrado. Así que por mucho que los "rentistas" hubieran tenido la sana precaución de no tener todos los huevos en una sola cesta, muchos de ellos quedaron con sus fondos bloqueados.

Rafael Caldera
El Estado ordenó la intervención de 19 instituciones financieras.
Un total de 19 instituciones financieras fueron intervenidas por el Estado, que para evitar su quiebra y las previsibles consecuencias sociales puso en práctica un polémico "plan de rescate bancario", que al igual que el que aprobó recientemente el Congreso de EE.UU fue percibido por la opinión pública como un "rescate de los banqueros".

El gobierno tuvo que desembolsar el 11% del Producto Interno Bruto para financiar el plan, lo que tuvo un fuerte impacto en la economía venezolana. Al final del año, el PIB cerró con una caída del 3,3% y millones de personas terminaron con sus fondos congelados en la banca intervenida.

"En términos relativos, la crisis venezolana fue más grave y más costosa que lo que hasta ahora está siendo la crisis estadounidense", aseguró a BBC Mundo Luis Fernando Egaña, quien fuera ministro de Comunicación en el gabinete del presidente Caldera, al que tocó el manejo del problema.

"Banca irresponsable"

El cuadro del mal momento económico venezolano lo completaba la caída del precio del crudo (llegó a cotizarse en US$ 8) y los ecos de una inédita inestabilidad política que empezó en 1992 con los dos intentos de golpe de estado liderados por el entonces Teniente Coronel Hugo Chávez.

Se experimentaba una total pérdida de confianza en la salud económica y política venezolana. Además había una falta de controles sobre la banca y lo que algunos llaman una "actitud irresponsable" de los banqueros

El manejo de la crisis bancaria venezolana no fue una experiencia positiva. Fue un manejo de crisis que careció de un plan integral
Ruth de Krivoy, ex presidenta del BCV
"Irresponsable y delictiva también porque en muchos casos los bancos dejaron a un lado su función fundamental de intermediación financiera para convertirse en instrumento de negocios de mucha osadía que comprometiron los recursos del sistema financiero venezolano", aseguró Egaña.

Los sistemas de vigilancia del Estado no detectaron, o no prestaron suficiente atención, a algunas malas prácticas bancarias, como la de contratar préstamos con sectores conexos, es decir que banqueros se prestaban dinero a sí mismos.

"Hubo una combinación peligrosa insana entre sectores políticos y sectores financieros que ayudó a crear aquella burbuja. Porque parte de los recursos se desviaban a actividades, algunas muy riegosas, de los propios accionistas y directivos de las instituciones", afirmó Egaña.

Sin plan integral

Para Ruth de Krivoy la debilidad en la coordinación inter-institucional contribuyó al estallido de la crisis y sobre todo complicó su posterior manejo. De hecho, a pocos meses de empezar la crisis Krivoy renunció, instatisfecha con la coordinación técnica y política de la respuesta al problema.

"El manejo de la crisis bancaria venezolana no fue una experiencia positiva. Fue un manejo de crisis que careció de un plan integral", afirmó Ruth de Krivoy, para quien los problemas se fueron "atacando en la medida que se fueron presentando".

Y aunque Krivoy estima que eso prolongó sus efectos oficialmente, la crisis duró unos 18 meses.

Pasados tres años el sistema lucía saneado, con muchos bancos nuevamente privatizados, otros definitivamente cerrados y algunos vendidos a capitales extranjeros.

Pese a que no hay una estadística oficial, se estima que la mayoría de los depositantes lograron recuperar sus ahorros, aunque con pérdidas patrimoniales importantes en algunos casos debido al efecto combinado de devaluación e inflación en el tiempo que tardaron en recibir los fondos.

En el caso de la banca venezolana algunos ponen en práctica el dicho aquel de "no hay mal que por bien no venga", pues consideran que la crisis permitió reforzar el sistema de regulación, forzó la mejor capitalización de las instituciones y hasta enseñó a los clientes las diferencias entre riesgos que ofrecen los diferentes instrumentos financieros.

Pero algunos clientes, como Alves Fernández, sienten aún el efecto. Y aunque asegura que "las lágrimas se han secado ya", el colapso bancario cambió su vida para siempre.



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